A l@s que os guste la literatura directa, descarnada, sucia, repleta de personajes desarraigados y perdedores, no podéis dejar pasar la obra de Pedro Juan Gutiérrez. Él es un escritor cubano que nació y ha vivido toda su vida en la isla (viajando por todo el mundo entre medio), a pesar de haber podido salir en numerosas ocasiones.
Su forma de escribir se podría describir como, salvando las distancias, ese estilo americano inaugurado por Ernest Hemingway y cultivado por escritores posteriores a él tan distintos como Charles Bukowsky, Chuck Palahniuk ó Hunther S. Thompson. Un estilo directo y conciso, construido con frases cortas. No suele haber una trama concreta con principio, desarrollo y fin, sino que se narra, a menudo en presente y en primera persona, una historia que parece no ir a ninguna parte. Se habla de la vida cotidiana del protagonista y de las peripecias, casi siempre nada extraordinarias, que le pasan. Pero pronto nos percatamos de que la verdadera peripecia, trágica, es su propia vida. El drama se va construyendo poco a poco, se masca lentamente y nos damos cuenta de ello al final.
Aparte de la forma de escribir, no se parece en casi nada a Hemingway (ni a los otros citados). El lenguaje es descarnado y soez, plagado de jerga. Los libros son fáciles de leer, pero difíciles de asimilar, pues las historias no son románticas, sino duras, sórdidas y tristes. El sexo, la música, y el alcohol están en primer plano, como una manera de huir de la triste realidad. Su única preocupación es sobrevivir, empujar un día más sea como sea, pero, si todo se acaba bruscamente, tampoco pasa nada.
Los personajes viven al límite de la pobreza, con un desapego total a lo material y, excepto el protagonista, a lo espiritual. Este, entre toda la podredumbre y degeneración que le rodea, nos sorprende con una clarividencia y agudeza dignas del Dalai Lama:
"La vida no alcanza para vivirla y para comprenderla. Tienes que decidir".
Él parece que la viva y la comprenda. Recomiendo empezar con "Trilogía sucia de La Habana" (1998) y continuar cronológicamente con el resto de su obra, que está detallada perfectamente en su Web oficial. Imprescindible.
Su forma de escribir se podría describir como, salvando las distancias, ese estilo americano inaugurado por Ernest Hemingway y cultivado por escritores posteriores a él tan distintos como Charles Bukowsky, Chuck Palahniuk ó Hunther S. Thompson. Un estilo directo y conciso, construido con frases cortas. No suele haber una trama concreta con principio, desarrollo y fin, sino que se narra, a menudo en presente y en primera persona, una historia que parece no ir a ninguna parte. Se habla de la vida cotidiana del protagonista y de las peripecias, casi siempre nada extraordinarias, que le pasan. Pero pronto nos percatamos de que la verdadera peripecia, trágica, es su propia vida. El drama se va construyendo poco a poco, se masca lentamente y nos damos cuenta de ello al final.
Aparte de la forma de escribir, no se parece en casi nada a Hemingway (ni a los otros citados). El lenguaje es descarnado y soez, plagado de jerga. Los libros son fáciles de leer, pero difíciles de asimilar, pues las historias no son románticas, sino duras, sórdidas y tristes. El sexo, la música, y el alcohol están en primer plano, como una manera de huir de la triste realidad. Su única preocupación es sobrevivir, empujar un día más sea como sea, pero, si todo se acaba bruscamente, tampoco pasa nada.
Los personajes viven al límite de la pobreza, con un desapego total a lo material y, excepto el protagonista, a lo espiritual. Este, entre toda la podredumbre y degeneración que le rodea, nos sorprende con una clarividencia y agudeza dignas del Dalai Lama:
"La vida no alcanza para vivirla y para comprenderla. Tienes que decidir".
Él parece que la viva y la comprenda. Recomiendo empezar con "Trilogía sucia de La Habana" (1998) y continuar cronológicamente con el resto de su obra, que está detallada perfectamente en su Web oficial. Imprescindible.
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